14 ago 2011

Currycanela

Es que me hace mucha gracia cuando te veo con la barba de 3 días y ese delantal de faralaes, con volantes a lunares rojos y blancos, haciendo potingues en la cocina. Me apoyo en el quicio de la puerta, medio escondida detrás del mueble de la nevera, y te veo faenar como un marinero en medio de purés y caldos. Pero más encanto te encuentro cuando te da por el currycanela. Tú vas envolviendo el pollo en aromas hindúes y yo voy mordisqueando tus carnecillas de pollo tierno.
Nos falta un hervor.
Hueles rico, no sé si comerme el plato que estás preparando, porque me gustas más tú y luego no me quedaría sitio.
Se te ha caído una cuchara pringosa al suelo y al agacharte a recogerla se te ve el culete regordoncho como tus mofletes y me da más risa aún.
No cantes, por favor, lo de cantar cocinando se te da peor que cuando haces coros con la radio mientras te duchas. Es perjudicial para la salud de los que te adoramos.
Vuelvo a mordisquearte la espalda entre las paletillas y me amenazas con dejarme a agua y lechuga.
Nos sigue faltando un hervor.
Así que, con el olor a curry y canela elevándome entre humos y vapores, me subo al trampolín y me tiro a la olla.

22 jul 2011

Vino endemoniado


Bueno, nada, lo de siempre.
Me bebí el vino y tuve que negociar con mi demonio, cada uno tiene el suyo, uno o varios, yo sólo tengo uno.
El de la rutina de ciruelas que ya conté hace varios años. El demonio gris ciruela que no me deja cambiarme de acera para verlo todo con otra mirada y conocer nuevos mundos.
Demonius iterativus, repetitivus, machaquivus.
Me bebí el vino ese tan negro en el que es difícil distinguir si se ha colado alguna cucaracha despistada de la bodega. Y otra vez apareció la mermelada de pensamientos que estriñen mis ideas.
Entre medias pensaba en tí, pero no me atreví ni a suponer que pudiera acercarme alguna vez sin sentirme como una muela cariada.
Como siempre.
Te he visto derrumbarte y la rutina de ciruelas no me ha dejado ni siquiera tenderte una mano, tengo miedo de que me puedas morder.
Se me forman hologramas de tu cara rodeando mi cara ebria y a ratos parece que me voy a convertir en mantequilla que se pega a la mermelada. Pero me frena otra vez ese demonio que sale de este vino dramático. Me produce una borrachera en la que me quedo sorda y ciega, pero no muda.
Así que le he dicho que deje de visitarme como si fuera un capricho de Goya. Me he escondido en el armario del cuarto de baño entre aromas de perfumes y elixires bucales, para ahuyentarle como a un mal aliento.
Pero me ha arrastrado otra vez hasta la idea de tí.

Foto: Galina Barskaya

7 jul 2011

Médico de blanda mollera

Lo malo de trabajar aquí es que cuando he salido a mediodía el coche estaba a 43ºC y, como estaba cantao, se me ha reblandecido la mollera. No es que tuviera una mollera brillante, no, soy un médico de inteligencia dudosa, pero con las gafas que me compré hace 6 meses parezco premio nobel. Sé que soy feo de cojones,... mejor dicho, los cojones los tengo de una estética medianera, pero soy feo de jeta ya desde que nací, lo cual no ayuda a que se me abran las oportunidades en el casting de la vida.
Y el caso es que no sé qué me ha reblandecido más la mollera, si el calor (o la caló) o el psicótico que hoy me ha caído en gracia, como cada vez que comienzo a trabajar en un centro de salud. Y que digo yo que será por la ley de compensaciones: como cuando estaba en la residencia universitaria las novatadas que me hicieron fueron ligth, pues ahora me caen psicóticos cada vez que estreno trabajo.
Venía él con su metro noventa y sus bíceps del tamaño de mi cabeza con la sana intención de matar a alguien.
Tras largos y densos minutos de negociaciones con voz sofronizante para que aceptara dejarnos ponerle tratamiento, parecía que iba a acceder, pero alguna de las voces de su cabeza le debió de sugerir que agarrara por el cuello a la enfermera y de paso comenzara a golpearse la mollera (posiblemente más dura que la mía) contra la pared recién pintada, no sé si por solidaridad conmigo. Y digo yo que eso no se hace, porque nos ha costado varios años de pedirle a nuestros jefes que nos cubrieran el presupuesto de pintar paredes roñosas con hongos y grietas.
La enfermera no llegó a ponerse mu moraíta, pero en vista de que la pobre no dijo ni pío, la soltó como a un pollo lacio desplumado en la carnicería y se vino a por mí.
No, si yo ya sabía que estas gafas inteligentes me iban a dar problemas.
En vista de lo cual no tuve más remedio que arracancarme los botones, desgarrarme la camisa y enseñarle a mi amigo mi pecho tatuado.

En el hospital han tenido que llevarle a la UCI por shock emocional por susto. Ya, ya sé que el diagnóstico no es muy clínico, pero es que en estos momentos no encuentro el código del diagnóstico en el ordenador. Al fin y al cabo ya os he confesado que, aparte de feo de cojones, soy torpe congénito.
Os dejo una foto de cómo ha quedado de reblandecida mi mollera, en vez de los 40 principales voy a tener que poner en el coche el CD de la música de París-Texas.


Fibras del tálamo: http://refugioantiaereo.com/2009/11/100-anos-de-imagenes-del-cerebro

24 mar 2011

Novio de Tarifa Plana



Mi tía, que se había hecho muy devota y amiga de San Antonio, me regaló un novio por mi cumpleaños. Era un novio por tarifa plana, porque mi tía tenía una pensión más bien cortita.
Llegaba los lunes por la mañana, echaba 4 horitas en mi compañía los días laborables y el viernes se marchaba con otras tarifadoras, dejándome aplanada y no compuesta los fines los fines de semana.
Mi tía y mi novio habían llegado a este acuerdo tras muchas y prolongadas negociaciones. Habían proporcionado suelo a mi alma y desconsuelo a mi cuerpo.
A veces, por sobrecarga en horas punta, Quisto, que así se llamaba el mozo, llegaba un poco tarde, y cuando digo "llegaba un poco tarde" era a todo y para todo. Esos días, yo los dedicaba a reconciliarme con mis macetas para serenar mis ánimos, quitaba pulgones y araña roja de la dama de noche y recortaba los tallos taladrados por oruguitas de los geranios.
No es que yo sea desagradecida, pero es que lo de que "a caballo regalado no le mires el diente" es un truco lingüístico de quien te regala algo para que te calles y te tragues lo que te haya traído sin rechistar. Mi tía podría haberse estirado un poquito más y mi Quisto también podría haberse regalado un poquito menos a otras aspirantas, lagartonas ellas.
Mi vida llegó a ser un mar de tendones desquiciados, dientes rechinados, vellos erizados y laringitis con afonías sofocantes.
Me fui a la oficina de novios por tarifa plana a protestar y allí conocí a Nicanor.
Es un loro amable que sofroniza mis meninges con los ruiditos de su pico, el rascar de sus patitas en los barrotes de la jaula y el magnífico colorido de sus plumas. Compartimos pipas que pela él o pelo yo, y nos reímos a carcajadas al unísono con una felicidad locuela de barrio bajo.
Estoy aprendiendo a hacer la manicura francesa y otros decorados ungulares en las garras de mi lorito. Él me frota la cara con su cabecita y me repite la primera frase que aprendió de mí con voz algo gangosa.
Así que, en vez de irme a llorar al convento, ahora estoy en el paraíso.

28 feb 2011

Maracas y sonajeros



No me toques la espalda con tus pectorales, que van a mugir las vacas. No me toques el lóbulo de la oreja con la punta de tu nariz, que van a balar los corderitos. No me toques el pelo con tu barba, que me van a llevar al manicomio. Yo te toco el sonajero y tú me tocas las maracas. Los dos tocamos aires saharianos, pero no te me derritas todavía, por favor, sigue hasta que mis ojos se vuelvan a hacer de hielo.
No me mires con cara de seno ni coseno, que se me resbala la tangente. No te escondas en esa esquina de sombra de pino si no piensas raptarme para meterme debajo de él. Yo te llevo al huerto a recoger tomates y tú me llevas a la pocilga a jugar con los cerditos.
Déjame que te arrastre los dientes por tu lengua para ver si vuelve a salir esa música de suspiros cursis. Vamos a oscilar como péndulos en un campo sin gravedad. Pero déjame que respire tres veces antes de que cante el gallo.
Toma, te regalo mi mano. Mañana me la devuelves.

5 feb 2011

Dongo danga



Dongo danga

tongo tanga
dimbrel mimbrel
panga danga.
Binga dunga
trembel camblar
himbel gingler
manga danga.

Y después comenzó una tormenta con muchos rayos y truenos, vacas volando y vampiros tomando café.

Canción pa nenes muy monos.

Foto: http://www.danga.es/

16 ene 2011

Engranajes




Tuesto el pan, te afeitas, exprimo las naranjas, me besas el cuello, hago café, me miras sonriendo como si no me hubieras visto nunca. Me voy. Te vas. Ignoro qué comes. No sabes si respiro. Vuelvo. Vuelves. Me pongo las zapatillas de corazoncitos de los chinos, te quedas en bañador sufriendo el semicalor, sonrío para mis adentros, me pillas sonriendo para mis adentros, te deseo en mis adentros, me pillas al vuelo el deseo de mis excesivos adentros. No suspiro, suspiras, no grito, ruges, me arqueo, planchas los hilos de los suspiros, los gritos y los rugidos que se confunden con caldos de cultivo. Yo cultivo, tú plantas. Te añoro aunque estés ahí mismo, pones tus dedos a amasar mis caracoles. Vivimos, dormimos.

La calma está engranada en el aire de los visillos.

8 ene 2011

El coleccionista de trabucos



- Toni, eres hermosísimo, pero mira para otro lado, que me das calambre.
- Sabes que no puedo, se me quedaron los ojos como chinchetas en tu espalda y si miro a otro lado no veo.
- Ladrón.
- Mentirosa.
- Anda, vete otra vez a robar trabucos por ahí, pero antes regálame el tuyo. Se me ha antojado jugar con la llave de miguelete.
- Creo que vas a tener que ganártelo, preciosa. Últimamente no me dejas llevar a cabo mis obras de arte.
- ¡Venga ya!, jjajajjajajjaaa, obras de arte, ¡serás julandrón! Si me tienes de overbooking controlando tantos trabucos.
- Yo los cazo y tú los pones a buen recaudo, para que estén como en su casa.
- Bueno, pues cuéntame un cuento mientras recargas la munición. A ver si me duermo antes de que descubra que la ojera es bella.
- La ojera es bella y tú eres su musa, Belén. ¿Te cuento el cuento de la espingarda?, ¿seguro que te duermes?.
- Eres incorregible.
- Y tú eres mi dueña.

Foto: Trabucos españoles con llave de migueletehttp://www.corsariosdelplata.com.ar/trabuco.htm

2 ene 2011

Dafrosia y Bladulfo


Dafrosia reparte butano. Literalmente. No es que parta el bacalao, metafóricamente hablando, o algo parecido, no. Es repartidora de butano. Va pitando con su camión por esas calles intrincadas e inextricables y subiendo bombonas a alturas insospechadas, con estoicismo helenístico o con un par, cada uno que elija la expresión que más se adapte a sus modos y pensamiento. Ha tenido que soportar muchos chistes en su vida laboral y no está para pamplinas.
Menos mal que hace tiempo encontró a Bladulfo, su alma gemela, su oasis, su fan infinito, su vecino.
Porque Bladulfo es de profesión vecino. Presta la sal, los huevos o la leche con un amor sin par hacia la humanidad en general y hacia Dafrosia en especial. Tiene ojos color cadmio que evocan las florecillas de los prados de cuando había prados con florecillas y sonríe con la dulzura de un ángel de cuadro flamenco.
A veces organizan encuentros hogariles entre ellos para colaborar mutuamente en la superación de sus infortunios, con mucho puré de patata, café con posos para adivinar el futuro y paella entre medias. No son pareja de hecho, pero podrían serlo de derecho o de tortuosidades.
Ella le desatora las tuberías de cal con una máquina de presión que heredó de su padre y hace un ruido infernal, mientras piensa en retozar con su Bladulfo. Él sueña con lamerle las orejitas, mientras cocina macarrones con ajo, pimentón de la Vera y anchoas de Cantabria. Y el viento sopla entre los olmos del parque que rodea su urbanización. Bueno, no hay olmos, pero podría haberlos, el mundo está lleno de posibilidades, ¿no?. También el loro de la del 4º podría ser un ruiseñor y cantar para no contar a grito pelao los cotilleos de esa casa, pero el mundo es imperfecto para mantener el potencial de adaptación. Tampoco viven en una urbanización, pero un bloque adosado a otros tresmil bloques siempre es urbanizable, es bonito vivir con  la esperanza de que arreglarán luz y alcantarillado un siglo de éstos.
Bladulfo y Dafrosia, Dafrosia y Bladulfo, tanto monta, monta tanto, pasean a veces por la playa contando cáscaras de coquinas y estrellitas de mar minúsculas. Juegan con las paletas dando la lata a los niños que hacen castillitos de arquitecto principiante en la arena marrón y a los novios que han decidido hacer espectáculo público de su magreo incondicional. Se ríen como locos por lo bajini cada vez que la pelotita le da en el ojo o en los cataplines a algún habitante de la playa.
Cuando están juntos en uno de esos momentos mismículos, sólo discuten si el agua caliente se venga con un frío siberiano en medio de la ducha. Los dos se niegan a cambiar la bombona y cada uno vuelve ofuscado a su piso, a sus retos cotidianos, como quitar las pelusas de la alfombra de la entrada o subir las maletas del año pasado  al maletero, en vista de que se acabaron los viajes.
El mundo es imperfecto y a veces solitario, para que los mochuelos vuelvan a su olivo y uno pueda descansar en paz de las manías del otro, pero los dos se mantienen vivos con la esperanza de que algún día se acabará el aceite o se quedarán sin bombillas.
También las personajas y los personajos humanos son urbanizables.