9 dic 2012

Cambio edredón por manta

 

- Te cambio mi edredón de plumas de ganso nórdico por lo manta que tú eres, Salvador.
- Mullidámonos María, que los torpes, mullidos, son menos mantas.
- Me has contagiado tu torpeza encantadora y he abandonado mi yuppydez. Creo que voy a tener que perdonarte que no sirvas para mucho, guapo. Con que estés ahí con tu felicidad inmaculada, me conformo.
- Eres más mala que la sarna, como no reprimas tus comentarios ninguneándome te vas a enterar de lo que vale un peine, monada. Hace tiempo que sé que para tí vivir sin mí sería un calvario infinito. Te voy a lavar la boca con jabón para que se te queme la lengua.
- Mejor me besas y así ya me quemas tú directamente.
- Bueno, no me despistes, a lo que íbamos. Ya está hecho. He seguido tus instrucciones al pie de la letra. He saboteado la reunión de la comunidad de vecinos, estaba inspirado y se han vuelto locos con mis preguntas contradictorias. Creo que al final han firmado todos agotados, para que yo no siguiera dándoles la paliza. Estarás contenta. Han reconocido la libertad de expresión, de posesión y de indiscreción: Podrás seguir bajando a bañarte en pelotas a la piscina en las noches de verano.
- Eres un sol.
- Sí, pero el grifo de la cocina te lo arregla el fontanero, maja.
- Mullidámonos.



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