11 dic 2010

El suicidador en serie

["De Sogas y Semisuicidios" (cont.)]



Benedicto vaga entre nubarrones pesimistas en su cabeza y bloques de hormigón en sus pies. Hace tiempo fue peluquero y creaba obras de arte con lacas chinas y siliconas de valles estadounidenses en las cabezas de sus escasas clientas de ralos pelos.


Una alopecia sarcástica fue apoderándose de él, de toda su persona, dejándole con los cuatro pelos de la vergüenza al desnudo, en medio de este mundo cruel y descarnado. Junto con los pelos, fue perdiendo fuerza creativa sansoniana, y las escasas señoras visitadoras de peluquerías de mediopelo fueron convirtiéndose en casi ninguna.


Acudió a varios médicos más calvos que él para intentar aplacar su depresión y su desgana para buscar musas.

Hizo un viaje al Más Allá, o sea a Francia, para buscar inspiración espiritual, pero se torció el tobillo el primer día que llegó a París y se le fue a tomar vientos la planificación turística.

Volvió dispuesto a desaparecer de su calvo mundo.

Pero aún le quedaba un brote de malicia y un germen de maldad. Optó por suicidar a otros antes que a sí mismo.

Adecentó su hogar para sus fines, sacó el mantelito de Lagartera que le regaló su tía Paca cuando se independizó y por fin logró salir de casa de su madre, por si se casaba. Rescató la vajilla de porcelana de las monjitas de Santa Clara, la cubertería buena, los vasos de Nocilla de Bohemia,...

Y se dedicó a organizar comilonas de langostinos con mucha mayonesa.

Sus sucesivos comensales fueron falleciendo de profusas cagaleras peores que las del mal de Moztezuma, suicidados en contra de su voluntad, pero con todo el cariño del mundo, por su anfitrión Benedicto.

Él intentó pasar a mejor vida con una pata de cordero dejada a madurar al aire de un verano algo tórrido.

Pero se tuvo que conformar con la desagradable noticia hospitalaria de que era inmune a varias toxinas por poseer una encima benefactora y probiótica comedora de sus otros bichos.

Así que invitó al médico probiótico, que con aire de triunfo le había comunicado la nefasta noticia, a una mariscada en su hogar calvoriento.


[Foto http://www.elreygambon.com/Mariscada-El-Rey-Gambon]

5 comentarios:

  1. Muy oportuno pa las fechas venideras con su orgía de comilonas.

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  2. Está curioso esto de suicidar a los demás... yo también me estoy quedando calvo.

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  3. Desde luego que hay que ver como se las gastaba el malvado Benedicto; con lo que a mí me gustan las mariscadas, tendré que prescindir de ellas estas Navidades, no sea que por mano del...Benedicto, me toque un centollo calvo.
    Un abrazo

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  4. Hay mujeres y Blogs que mejoran con el tiempo. Como tú y tu Bitácora. Cuando te leo me quedo pensando y mi neurona se va autofagocitando. ¡Jamás leí una historia con enzima probiótica! Te debo dos besos. Uno por ser un encanto y otro por el reintegro.

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  5. Muy propio para estas fechas. Al final, todos calvos.

    Besos y Felices fiestas, Krisss!!!!!

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