26 sept 2009

Ictus Interruptus


Estaba yo dándole al manubrio de la ambulancia, ¿o las ambulancias no tienen manubrio?, que se nos había quedado tirada en el arcén- sin h- por un recalentamiento global sin precedentes, cuando sonó el móvil del conductor,...

-...que se ponga el médico-me dijo en tono de cachondeo- a ver si puedes resolver algo.

“Las pezaítas” era el nombre con el que los chicos de la ambulancia habían codificado el número del centro coordinador de emergencias, que aparecía fluorescente sobre un fondo de pantalla con una tía con dos melones siliconados (cada día me sorprenden más los pensamientos de los técnicos de ambulancia).
- Dígameeeee- dije, con la esperanza de que quien quiera que fuera el usuario demandante de nuestros servicios no estuviera al borde de la muerte, dadas las circunstancias.
- Un aviso- emitió una voz femenina que me soltó todos los datos como un chorrito de grifo averiado imparable.
- Disculpa, ¿no hay otra unidad disponible, estamos haciendo RCP a la nuestra.
- Lo siento, todas las ambulancias están ocupadas y al parecer el paciente tiene un ictus.
He de reconocer que siempre me han alucinado los acertadísimos pre-diagnósticos telefónicos con ese sensual toque de teleoperadora, casi me dan ganas de creérmelos.
Pero creo que la ambulancia se arrepintió y dejó de torturarnos o, mejor dicho, decidió torturarnos poniéndose en marcha, para dejarnos sin excusa y lanzarnos a ese peligro inminente.
Dimos tan sólo unas tropecientasmil vueltas hasta que localizamos el sitio, la gente cuando tiene una urgencia suele dar los datos de la forma más escueta posible, es posible que supongan que el GPS de la maginación de los servicios sanitarios es infalible, o bien es probable que en realidad no deseen ser encontrados, cada uno se suicida como quiere, oyes. La Urbanización el Quinto Pino no estaba al borde de la playa, no, fue necesario recurrir a un alarde de intuición y al oráculo de Delfos para llegar a la zona, y luego preguntar a varios obreros, policías, panaderos, señoras con carrito y otros amables informadores para encontrar el número de la casa que, para variar, estaba equivocado.
La ambulancia hizo un ruido extraño, como resoplando, supongo que para solidarizarse, pero siguió operativa.
Médico, enfermera y técnico salimos equipados hasta las orejas con ese aire de salvar vidas que hemos aprendido en los cursos de reciclaje de urgencias de la tele. Bueno yo llevaba la bata algo manchada de óxido y aceite, las gafas un poco torcidas y los pelos más payá que pacá, pero como mi actual fonendo es de color fucsia, atrae todas las miradas y disuade de comentarios sobre mi look.
Entramos a la casa, la puerta estaba entornada, preguntamos que por dónde estaba el paciente a grito pelao, y como no hubo respuesta nos temimos lo peor. Subimos corriendo por unas escaleras de caracol estrechísimas y empinadísimas- cosa habitual en los avisos realmente urgentes- hasta la 3ª planta, allí había una señora muy británica tomándose un tazón con leche y galletas migadas y un señor tirado en una cama con olor a humedad de Brighton. Ella respondió amablemente a mis preguntas en Inglés de Guirilandia, pero no aclaró nada de lo sucedido, se supone que el médico ha de ser lo suficientemente avieso para captar todos los detalles y recomponer todos los hechos (ya me he apuntado a los cursillos de CSI de mi barrio, pero hay demasiadas solicitudes).
Así que me dirigí al señor enfermo con un supuesto ictus y me dispuse a hacerle una exploración neurológica, ya que no funcionaba la fonética, él tuvo a bien vomitarme en los pies, ¡ojo!, esto indica que el grado de educación del sujeto rayaba en lo delicatessen, otros vomitan directamente a la cara.
El olorcillo a Don Simón y el color vino de los elementos emitidos nos dio la pista, y los ronquidos suaves desmintieron respiraciones apnéusticas y otros sobresaltos, dejándonos claro que aquél señor de pelo cano, nariz violácea y mejillas coloradetas lo que tenía era un ictus interruptus, transformado en una monumental borrachera.

5 comentarios:

  1. Sus aventuras sanitarias y perspicacia no tienen nada que envidiarle al Dr. House. Más.

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  2. Cursillos de CSI, si los abren aquí, me apunto.

    Saludos..

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  3. Hay que tener una personalidad muy fuerte y un estómago a prueba de bombas para lidiar con ciertos asuntos.
    Literatura blanca.

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  4. Estupendo texto, me he reído de lo lindo, no ha sido difícil ponerme en tu pellejo (yo también soy médico de profesión). Saludos, te apunto en mi blog

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