Pues como decía al principio, que es que me pierdo en detalles tontos, Arruillo reflexionaba, o al menos eso parecía, escondido detrás de sus gafas y la perfección de su barba y el pelo de patriarca de humanidades, y reflexionaba sobre la inmensa dificultad de encontrar su bienestar en medio de tan tremenda explosión de paz teniendo al alcance de sus narices el aroma de zapatilla de montaña también de alto standing.
El mirlo y el autillo se disputaron el protagonismo con sus trinos en un vano intento de despertarle y distraerle de tan profundas reflexiones. Pero tuvo más poder el color verde, que le dejó hipnotizado en un tea time permanente.
(Como no le he pedido permiso para robarle la foto sin su permiso, pongo otra, pero el enlace a la foto protgonista es: http://arruillo.blogspot.com/ )
Bueno, bueno preciosa, ¡cuanto honor! Casi me has sacado los colores con esta entrada. Eres una genio de los detalles; te lo agradezco, esto da un subidón tremendo, dentro de este mundillo donde hay tanta gente, pero que a veces se queda uno con la sensación de que no hay nadie fuera.
ResponderEliminarLa foto linda, muy acorde con mis sentimientos y el contenido como si me conocieras de toda la vida, con una sola puntillita: las zapatillas eran de "carrefour".
Un abrazo
Muy agradecido
Sí, sí, mucho agradecimiento, pero a ver cuándo me suben el sueldo.
ResponderEliminarUna futura trabajaora de carrefoures
Aquí huele a peloteo. De bucólico nada de nada.
ResponderEliminar...que la envidia produce acné senil.
ResponderEliminar:-p