Pues como decía al principio, que es que me pierdo en detalles tontos, Arruillo reflexionaba, o al menos eso parecía, escondido detrás de sus gafas y la perfección de su barba y el pelo de patriarca de humanidades, y reflexionaba sobre la inmensa dificultad de encontrar su bienestar en medio de tan tremenda explosión de paz teniendo al alcance de sus narices el aroma de zapatilla de montaña también de alto standing.
El mirlo y el autillo se disputaron el protagonismo con sus trinos en un vano intento de despertarle y distraerle de tan profundas reflexiones. Pero tuvo más poder el color verde, que le dejó hipnotizado en un tea time permanente.
(Como no le he pedido permiso para robarle la foto sin su permiso, pongo otra, pero el enlace a la foto protgonista es: http://arruillo.blogspot.com/ )